El Tiempo Envejece Deprisa

Todos los individuos de este libro semejan empeñados en confrontarse con el tiempo: el tiempo de las contrariedades que han vivido o viven y el de la memoria y la conciencia.

Pero es como si en sus clepsidras se hubiera levantado una tormenta de arena: el tiempo escapa y se detiene, da vueltas sobre sí mismo, se oculta, resurge para exigir cuentas.

Un ex- agente de la fallecida República Democrática Alemana, que a lo largo de años se encargó de espiar a Bertolt Brecht, deambula sin misión por Berlín hasta llegar a la tumba del escritor para confiarle un secreto.

En una ciudad turística, un oficial italiano que sufrió radiaciones de uranio empobrecido en Kosovo enseña a una muchacha el arte de leer el futuro en las nubes.

Un hombre que engaña su soledad contándose historias a sí mismo se transforma en personaje principal de exactamente las mismas contrariedades que se había inventado en una noche de insomnio.

Como en un cuadro de Arcimboldo, en el que las figuras singulares componen en perspectiva la figura mayor que las alberga, los individuos de este libro dibujan el inefable rostro de una estación.

Es nuestra temporada impiadosa y fútil, hecha de un tiempo anfibio que no escande la vida y del que nos sentimos huéspedes extraños.

Historias extraordinarias que penetran de modo indeleble en nuestra imaginación, por más que ya no pertenezcan al mundo de la imaginación, sino más bien a una realidad cuyo código tal vez hayamos extraviado.

Son las historias de Antonio Tabucchi.

Como culminación, fué elegido por la revista Lire el mejor libro de relatos publicado en Francia en 2009.

El jurado consideró que «Tabucchi siempre y en todo momento fué un profesor de los cuentos.

Nueve relatos difíciles de resumir, puesto que el arte tan sutil del italiano no reside solo en las historias que cuenta».